Los Himbas, los mendigos del Kaokoland

En el desierto de Kaokoland, al norte de Namibia, los pastores Himbas luchan contra los tiempos y las circunstancias para preservar sus modos ancestrales de vida. Para ello, no tienen mas remedio que observar una moral rígida y una ruda disciplina. El único lujo que se permiten es el de cultivar la belleza corporal.

Ese especial color de la piel lo consiguen las mujeres himbas frotando el cuerpo con grasa animal mezclada con polvo de hematites. Estas piedras rojizas son de mineral de hierro, difícil de encontrar. Para hacerse con ellas, son capaces de caminar por el desierto durante varios días.


Siete mil himbas viven en una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados en el Kaokoland. Otros 3.000, en la orilla angoleña del río Cunene. Esta tribu llego de Angola hace ya cuatro siglos en sucesivas migraciones. Dirigiendo sus rebaños hacia el sur, atravesaron el río Cunene. Expulsados por los ovambos, ganaderos, tuvieron que instalarse más al oeste, en el desierto de Kaokoland. Hacia mediados del siglo XVIII, las demás tribus herero se establecieron en el centro de Namibia. Los himbas decidieron quedarse.

Para poder afrontar mejor los rigores del desierto, se fueron dispersando en función de las aguadas. Este movimiento los debilito ante la presión ejercida por los hotentotes-nama, que constantemente subían del sur para exterminar sus rebaños.

En 1870, indefensos frente a estos pillajes, los himbas se replegaron en Angola y se refugiaron en la tribu de los ngambwe. Habían perdido todo y tuvieron que mendigar los alimentos a sus huéspedes. Estos, despectivamente, les dieron el nombre de himba, que significa mendigo. Aquí fue donde este pueblo desposeído encostró al líder que le devolvería la dignidad perdida. Oorlog, nombre que significa guerra, era un jefe herero exageradamente ambicioso. Reunió a los himbas para realizar expediciones y organizar sus rebaños. En 1906, perseguido por los colones alemanes, un numero grupo himba huyo de Namibia y reforzó sus filas. Tras la derrota de Alemania en 1918, Oorlog y sus aliados pudieron franquear de nuevo el Cunene.

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2 comentarios

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Abril Lech
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23 de julio de 2009, 20:38 delete

Llama la atenciónla cantidad de tribus indígenas que aún pueblan el mundo, con tan poco desarrollo frente a los avances tecnológicos que se superan a diario en otras partes del planeta.

Brasil posee cantidad de tribus a las que la civilización aún no ha llegado. Apenas han sido avistadas desde el aire.

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DnTeo
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23 de agosto de 2009, 15:28 delete

Hola:
Desde hace tiempo me llamaron muhco la atención de pueblos como los himba y otros que evolucionan de forma poco relacionada con nuestra cultura.
En mi opinión creo que debería de formarse un gran fondo mundial para permitir que todos esos pueblos, puedan seguir viviendo a su manera, sin ingerencia o influencia de nosotros y ayudarlos, si, pero de tal modo que sus procesos evolutivos no se vean afectados ni modificados por nuestros conceptos y paradigmas culturales.
Algo que me indignó verdaderamente fue que misioneros y predicacdores de distintas religiones cristianas (incluyendo la católica), intervinieran en los pueblos de la melanesia, los fataleka entre ellos, tergiversando sus creencias ancestrales del mahome. Reitero que los pueblos autóctonos deben de mantenerse como están y si se les quiere ayudar, si, que se les ayude a conservar sus territorios.

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